Orar en voz alta puede intimidar, especialmente a los niños que son tímidos... Sin embargo, orar juntos puede ser una de las experiencias más alentadoras y que más estrecha vínculos…
1. Anima a los niños a orar repitiendo tu oración más que dándoles instrucciones.
Como la mayoría de los adultos, los chicos tienden a pensar que orar requiere de un lenguaje o de un tono de voz que ellos nunca usan en la vida diaria–generalmente profundo y grave, con muchas palabras no usuales y formales. Frecuentemente es así por lo que han observado en sus padres o en la iglesia.
Nuestro ejemplo les mostrará que esta formalidad no es necesaria y que pueden simplemente orar con sus propias palabras. Cuando Jesús enseñó sobre la oración, usó el Padre Nuestro como guía. Los animó (y nos animó) a orar simple y directamente, en lugar de parlotear usando muchas palabras (Mateo 6.7). Jesús con frecuencia se dirigió a Dios como Abba, palabra que al ser traducida del griego significa “papito” más que “padre.” Las oraciones de nuestros hijos deben ser espontaneas, libres, frescas, teoterapicas. De modo que, si puedes orar simple y naturalmente con ellos, verán que está bien orar de manera similar dentro y fuera de tu grupo.
2. La oración es hablarle a Dios y no hablarnos unos a otros.
Algunos chicos se sienten cohibidos al orar en público por primera vez. De modo que recuérdales antes de orar, que no se están hablando unos con otros, sino con Dios. Una manera de aliviar su inhibición es orar juntos en oraciones de una palabra, o con frases cortas de acción de gracias. Haz que recorran el alfabeto nombrando cosas por las que están agradecidos que comiencen con cada letra. O empieza una oración y permite que ellos la terminen: “Dios, estoy agradecido por…”, o “Por favor ayúdame a…”, etc.
3. Ser agradecidos
Cuando resulta difícil orar, es bueno concentrarnos en ser agradecidos. Todas las cosas buenas y las bendiciones vienen de Dios. Así que, pasar tiempo reflexionando y agradeciendo, es una práctica que nos ayudará a orar con naturalidad y nos enfoca en todo lo bueno que Dios es y hace en nosotros. Para esto pueden hacer una lista previa, y escribir sobre todo aquello que están agradecidos.
4. No pases tu tiempo de oración hablando acerca de por qué cosas orar.
Esta es una trampa fácil. Por ejemplo: teniendo 15 minutos para orar, pasan 12-13 minutos compartiendo pedidos de oración, y de repente se dan cuenta de que sólo les quedan dos minutos para orar. Esto hace que muchos oren rápidamente, y los puntos anteriores, no se cumplen. Desafortunadamente, cuando esto se transforma en un patrón, tu familia termina pasando mucho más tiempo compartiendo preocupaciones, que orando por ellas.
5. Deléitate en el silencio.
Los momentos de silencio durante la oración en público hacen que algunos se sientan incómodos. Los hijos generalmente seguirán tu guía. Si tú te sientes cómodo con el silencio, ellos también. Y tú comunicarás a través de tus acciones que estás concentrado en estar en la presencia de Dios. Hoy en día los chicos tienen muy pocas oportunidades de estar en silencio. Podría ser un tiempo de valor para todos. Además, pasar un tiempo en silencio frecuentemente puede ser la parte más significativa de la oración, porque le dan a Dios espacio para hablar. No sientas que siempre tienes que llenar el silencio con palabras. Orar tambien es ESCUCHAR a Dios.
6. Asegúrales que ellos pueden orar libremente.
Cultiva el crecimiento de tus hijos en la oración, tanto a través de tu restricción como a través de tu instrucción. Habrá veces en las que tendrás deseos de corregir las oraciones de tus hijos, pero es mucho más beneficioso para ellos desarrollar confianza en la oración, más que “decirlo bien.” Las oraciones de tus hijos pueden ser refrescantes para tu propia vida de oración. Con frecuencia te proveen de humor y deleite, como seguramente lo hacen con Dios. Así como Jesús les recordó a sus discípulos, “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan” (Mateo 19:14), del mismo modo Él nos recuerda a nosotros como padres que permitamos que nuestros chicos se acerquen al trono con confianza y gracia.
7. Haz del tiempo de oración un momento agradable, no impongas desarrolla la creatividad. Dile al Espíritu Santo que te brinde herramientas, para alentar, motivar a todos en casa a “hablar con Dios”
Le preguntaron a Jesús: —¿Oyes lo que dicen esos niños? —Sí —contestó Jesús—. ¿No han leído las Escrituras? Pues dicen: “A los niños y a los bebés les has enseñado a darte alabanza” Mateo 21:16
TG
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