«Entonces las mujeres dijeron a Noemí: “Bendito sea el Señor que no te ha dejado hoy sin redentor”» (Rut 4:14a).
Luego del libro de Jueces encontramos un libro pequeño de solo cuatro capítulos. Lleva el nombre de una mujer: RUT. Este hecho en sí es sorprendente dadas las normas culturales del mundo antiguo donde se tenían en menos a las mujeres y a los extranjeros. RUT era ambas cosas, mujer y extranjera. Sin embargo, Dios determinó que esta historia fuera parte de las Escrituras y llegara hasta hoy con un mensaje extraordinario que no podemos pasar por alto.
Esta maravillosa historia tiene lugar durante el tiempo de los jueces. De modo que —como vimos en el día de ayer— ya sabemos que fue un momento oscuro y turbulento en Israel. La historia comienza hablándonos de un hombre del pueblo de Belén de Judá que junto a su familia sale huyendo de la hambruna en la tierra y se va a vivir a un territorio peligroso y enemigo, Moab. Es irónico que esta familia abandonó la «casa del pan», el significado hebreo de Belén, para irse a Moab.
El relato no ofrece muchos detalles sobre Elimelec, el cabeza de familia. Solo sabemos que pertenecía a la tribu de Efraín (Rut 1:2), que era dueño de una parcela de tierra en Belén (Rut 4:3) y que tuvo dos hijos con su esposa Noemí. Elimelec falleció en Moab y Noemí quedó viuda. Sus hijos Mahlón y Quelión se casaron con mujeres moabitas, Orfa y Rut. Pero luego de vivir diez años en Moab la tragedia vuelve a tocar a esta familia y los dos varones también fallecen. Ahora en lugar de una, esta familia tiene tres mujeres viudas y desamparadas. La tierra que prometía abundancia solo les trajo dolor. Noemí decide regresar a su país y las dos nueras al comienzo la siguen. Sin embargo, en el camino Orfa toma la decisión de regresar y quedarse en su país. Rut, por su parte, renuncia a todo y continúa con Noemí sin importarle el costo.
Al llegar a Belén, estas mujeres enfrentan el desafío de la viudez, la pobreza y la ausencia de hijos. Necesitaban que alguien las rescatara de esa situación tan precaria. Entonces ocurre un encuentro —aunque a primera vista pareciera orquestado por Noemí— que sin duda tuvo su origen en la eternidad, en el plan que Dios había trazado mucho antes de que toda esta historia se desenvolviera. El protagonista del encuentro es un hombre llamado Booz, un pariente lejano de la familia y dueño de campos de trigo (Rut 2:3). Un hombre cuya bondad resalta en toda la historia y alguien que Dios usó para rescatar y redimir a estas dos mujeres y mucho más allá.
La palabra redención es muy importante en toda la Biblia. Redimir es pagar un precio para obtener la liberación de algo o alguien. Las palabras redimir, redención y redentor aparecen veintitrés veces en el texto hebreo del libro de Rut. Sin duda es un tema tan importante que Dios lo resalta a lo largo de todo el libro.
Rut y Booz se encuentran y este hombre, al conocer la situación que ella y su suegra enfrentaban, decide intervenir para ayudarlas. Pero para hacerlo tendría que resolver primero algunos asuntos legales. Todo parece indicar que a Noemí le urgía vender la parcela de tierra que había pertenecido a su esposo, tal vez para cubrir sus necesidades. En lo que pareció una reunión de negocios, Booz pide a otro pariente más cercano que redima la tierra, es decir, que la compre para que no dejara de estar dentro de la misma familia extendida. No se trataba de una negociación extraña, sino que estaba estipulada en la ley (Lev. 25:23-25) y quien actuara para resolver el problema se convertiría en el pariente redentor. El pariente acepta la propuesta de Booz, pero ahí no termina el asunto.
Booz le presenta al pariente el tema de Rut. Es interesante cómo lo hace porque le dice «debes adquirir a Rut, la moabita» (4:5). Tal vez la frase apelaba al hecho de que los moabitas no eran populares con los israelitas. Me imagino la cara del pariente cercano porque al parecer no se esperaba este requerimiento. No se demoró en responder y renunciar en ese mismo instante a su derecho. Se lo pasó a Booz porque no quería «perjudicar» su propia heredad (Rut 4:6). ¿Qué quiere decir esto? Bueno, casarse con Rut tenía muchas implicaciones. Quien lo hiciera sería responsable de Rut y también de Noemí. Cualquier otro hijo que tuviera ese matrimonio tendría derecho a lo que él ya poseía. Además, ¡tendría sangre moabita! Estas pueden haber sido algunas de las consideraciones que lo hicieron repensar la situación. Así que renunció al derecho.
Lo que estamos viendo es lo que se conoce como el matrimonio por levirato, legislado en el libro de Deuteronomio por Moisés (25:5-6). Esto significaba que «el hermano de un hombre muerto se casara con la viuda sin hijos de este último y tuviera un hijo varón que tomara el nombre del difunto y heredara la porción que le correspondía de la Tierra Prometida».6 Finalmente, Booz y Rut se casan y de ese matrimonio nace un hijo a quien llamaron Obed.
Noemí había llegado con manos vacías, ahora tenía sus manos llenas porque la familia había sido redimida. Rut, la viuda extranjera sin hijos, ahora era parte de Israel; se convirtió en esposa y madre.
Podríamos enfocarnos solamente en la historia de amor entre Rut y Booz o en la relación entre la nuera y la suegra. Aunque son relatos hermosos, ese no es el punto principal del libro. En esta historia encontramos a dos mujeres que necesitaban un rescate de su situación deplorable. Necesitaban un redentor porque estaban solas, desposeídas, sin nadie que respondiera por ellas. Dios lo proveyó en Booz. Pero no fue rescate solo para ellas, no olvidemos que es el tiempo de los jueces y que Dios tiene un plan aún más grandioso por concretar.
El pueblo de Dios era como una viuda, como Noemí. Israel había ignorado a Dios y se había alejado de Él; el pueblo estaba solo y en caos. No había un líder que los guiara. Pero Dios, debido a Sus promesas, al pacto que había hecho, a Su bondad, vendría al rescate. ¿Cómo lo hace? A través de la familia de Noemí. Si bien es cierto que Booz fue un buen esposo para Rut, Dios se presentó también como un buen esposo para Su pueblo, no los abandonó. Dios usó a Booz para salvar a esta familia y usó a esta familia para traer al mundo salvación. ¡Por eso el libro de Rut termina con un nombre, David! (4:21).
Aquel descendiente de Rut y Booz tenía una importancia que iba más allá de su propia familia, del momento histórico que vivían, de la necesidad de un líder para un país en estado angustioso. El niño de Rut, la moabita, sería el antepasado de otro niño, ¡uno que salvaría a su pueblo de su pecado! Esta familia común y corriente, por la providencia de Dios y en Su bondad, se convirtió en otro [i]eslabón de la cadena en la historia de la redención.
Es muy probable que ellos no estuvieran conscientes de todas las implicaciones de su historia dentro del plan completo de Dios. Sin embargo, más de un milenio después, Mateo comienza su Evangelio con una larga genealogía, la genealogía de Cristo, e incluye los nombres de Rut y Booz (Mat. 1:5). Rut fue una mujer valiente y fiel a quien un Dios perfectamente bondadoso usó en Su plan de salvación y redención. Booz fue un hombre bondadoso que Dios usó para traer rescate. Pero la valentía y la bondad humanas son solo un reflejo débil y pasajero de la grandiosa bondad de Dios.
El libro de Rut narra la historia de personas comunes (como uds y yo) que se convirtieron en protagonistas de una historia mucho mayor, la historia de salvación y redención que Dios había preparado desde el principio. Es un libro que nos llena de asombro y aliento, porque la salvación que Cristo traería también sería para personas sin mayor repercusión, no merecedoras de gracia, perdón o salvación. Personas como tú y como yo. El plan continuaba, seguía en marcha porque Él es Dios con nosotros.
APLICACIÓN TEO
¿Cómo la lectura de hoy te ha ayudado a comprender mejor el plan redentor de Dios?
¿Qué rasgos del carácter de Dios percibes en la historia que nos narra el libro de Rut?
¿Qué implicaciones tiene conocer esos rasgos a nivel personal?
[i] Life Way
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